Manolo García, la música al servicio de la pintura

«Mi pintura nace fruto de una necesidad vital, es una forma de decir que quiero vivir más». Con esta declaración de intenciones el músico catalán Manolo García inauguró ‘Poetas desafectos, excéntricos remeros’, una exposición de dibujos, pintura y escultura, que se podrá visitar hasta el 30 de noviembre en la Casa García de Viedma de Armilla (Granada), y en la que el visitante podrá hacer un recorrido por una selección de 60 obras y 12 esculturas realizadas por el artista.
Trabajos que «representan la huída de un mundo donde el ser humano, tras vivir al hilo de elementos naturales como la madera, la tierra, agua… empieza a fabricar con otros materiales, adelantando la vida en muchos aspectos pero también pierde en otros».
El que fue voz de El último de la fila explicó que sus esculturas «son un alegato contra la modernidad», con grandes -ísmos entre sus tendencias pictóricas -impresionismo, surrealismo o dadaísmo, entre otros- , García defiende que, en pleno siglo veintiuno, cualquier creador puede «ver, oír y saborear» una gran cantidad de arte que acaba influenciando en las diferentes líneas artísticas.
El barcelonés, además de gozar de una extensa carrera musical y mantener en paralelo una prolífica creación pictórica, ha publicado tres libros sobre sus dibujos y pinturas: «Arrebatadora vida», una recopilación de sus cuadros pintados entre 1985 y 1992; «Vacaciones de mí mismo» (2004), con un amplio recorrido por toda su obra pictórica; y «El fruto de la rama más alta» (2011).
«Tengo una canción titulada ‘Lo quiero todo’ y ese querer todo no es querer todo material, es un toda espiritual, de emociones, percepción y sentidos; en la pintura encuentras precisamente eso: una búsqueda de nuevos mundos y yo lo intento, invento mundos», explicaba el cantante.
Ante la duda sobre si existe una conexión entre su pintura y música, García lo tiene claro, «soy la misma persona, aunque como todos tengo mil caras y mil aristas pero si que hay un punto surrealista en mi, un amor por el color, no tengo una paleta triste, soy una paleta bastante luminosa porque soy alegre y le busco el humor a todo y la ironía a momentos más graves».
Y es que el músico de éxitos como ‘Pájaros de barro’, ‘Nunca el tiempo es perdido’ o ´Rosa de Alejandría´ tiene claro que la unión entre música y pintura es esencial en su vida para evadirse de un mundo exterior que «a veces muerde». «Veo la televisión y todo son problemas, la política… está todo muy enrevesado y liado y tienes que encontrar cada día un poco de espacio, de calma porque el mundo exterior tiende a enervarte».
Añade que la escultura le supone un momento de descanso, de templar un poco el nervio y también un momento para expresar, para realimentar la música. La música la hago con imágenes, no con la cabeza, con el corazón que es el que manda . La cabeza tiene ojos y estos oberservan. Los sentidos, perciben. Y esa es la idea siempre de realimentar arte con arte. Lees poesía, prosa, ves buenas películas, el arte alimenta y es a una vía hacia la libertad diaria».