‘Foodie Love’: comida, amor y otros líos del montón

Indiferente, con una extraña sensación de que la cosa no iba a acabar bien y con una sobredosis de cafeína. Esa era la sensación adquirida tras el primer capítulo de ‘Foodie Love’, la ópera prima para televisión de Isabel Coixet. No es que la serie empiece mal, el planteamiento en sí era diferente y llamaba la atención: chico y chica se conocen a través de una aplicación para amantes de la cocina y, como no podía ser de otra forma, la comida es uno de los protagonistas indiscutibles en el transcurso de la producción.
En algunos momentos, ‘Solo un café’, el primer capítulo de la temporada, daba sensación de desorden, caos… Todo apuntaba a que ‘Foodie Love’ se iba a quedar en el cajón de las series olvidadas, esas a las que no das una segunda oportunidad. Poco importaba que Laia Costa estuviera dentro del plano, definitivamente se estaba ganando ser una gran olvidada, en una primera cita desastrosa a la que acudes aun sabiendo que no puede salir bien.
Pero, ¿y si no es todo lo que parece? ¿y si las expectativas hicieron que se viera todo de una manera diferente? Dispuesta a darle una segunda oportunidad vas descubriendo que los sentimientos están ahí, que el viaje que se vive en ‘Foodie Love’ es el mismo que el de las primeras citas, el de las primeras veces, creando una atmósfera que permite al espectador ver y disfrutar como de la nada va surgiendo algo inimaginable entre los dos protagonistas (Laia Costa y Guillermo Pfening) que puede llegar a pellizcarte en el estómago para darte cuenta, de pronto, de que estás ante una gran historia de dos personas destinadas a encontrarse así mismas para poder disfrutar de los demás.
La serie de Coixet no habla del amor hacia otra persona, que también, trata sobre el proceso individual que tiene que pasar cada uno para encontrarse en paz consigo mismo, sobre poner en orden los demonios internos y saber dar sin esperar nada a cambio. Que sí, que entre medias de este viaje espiritual que se pegan tanto Costa como Pfening, hay mucha comida y bebida, lugares que ya nos gustaría recorrer y, sobretodo en la primera parte, si no están follando, están pensando en ello. Pero todo ello está bien encajado y envuelto para que el resultado final sea una serie que te deja un sabor dulce en la boca, como un pastel que te ha costado mucho tiempo cocinar y cuando está listo tienes dudas de si habrá salido como esperabas, pero cuando pruebas el primer bocado puedes disfrutar de todo el esfuerzo hecho.
Hablar de ‘Foodie Love’ es hablar indiscutiblemente de Laia Costa, de la manera que tiene la catalana de comerse la cámara en cada una de las escenas, está majestuosa, aunque eso en ocasiones juegue en contra de Pfening, que queda relegado a un segundo plano. Quizás se deba también a los roles que iejercen cada uno dentro de la serie, ella, pese a los problemas internos que deberá solucionar, se dibuja como una persona fuerte, con las ideas claras y suele ser quien lleve más la iniciativa; él, por el contrario, más tímido, inseguro, hay momentos que se le ve algo tibio.
En definitiva, ‘Foodie Love’ es una serie que visualmente entra por los cinco sentidos y pese a su inicio, se va transformando en toda una historia donde el ritmo lo van imponiendo los protagonistas según las necesidades del momento. Algunas de las localizaciones son espectaculares, otras sencillamente son sorprendentes. Necesitamos ir al Bar Paradiso y probar sus sofisticados cocteles, pero pasando antes por el restaurante Yokaloka, aunque haya unos cuantos kilómetros de distancia. Y sin duda tenemos ganas de más.
Categorías