Jojo Rabbit: aprendiendo a reírse del mal

Si aún no conoces a Taika Waititi, es el momento de que comiences a descubrir a este autor. El creador de la hilarante “Lo que hacemos en las sombras” (la película, por favor) se encuentra en su mejor momento. Tras haberse envuelto en el exitoso mundo de Marvel interpretando a Korg y como líder del proyecto Thor: Love and Thunder, Waititi ha hecho magia con «Jojo Rabbit», el proyecto que le ha ayudado a dar el gran salto a proyectos de mayor envergadura y que lo asienta como el próximo director de éxito del panorama actual.
Los Premios Oscar han sabido reconocer el potencial que tiene Waititi, otorgándole el galardón a mejor guion adaptado, un premio merecidísimo. Guionista, cómico, director, actor y pintor, Taika Waititi es el nuevo referente, un diamante en bruto por explotar y que ya ha comenzado a relucir. Envuelto en proyectos como «The Mandalorian» o «Moana» (y si no has visto «Flight of the Conchords», ya es hora), ahora da el salto a la gran pantalla con un proyecto arriesgado y único: «Jojo Rabbit».
Viajamos a la Alemania nazi, donde un joven Johannes Betzler (Roman Griffin Davis), se prepara para asistir a un campamento de las Juventudes Hitlerianas junto a su amigo Yorky. Johannes, Jojo, sueña con pertenecer a la guardia del mismísimo Adolf Hitler, quien también es su amigo imaginario, y pronto comenzará a ser consciente de la amenaza de los judíos. Desde los ojos de la inocencia y admiración al Führer, observamos la locura del régimen, que se aproxima a su final. Rosie, su madre, muestra la mirada opuesta al bando nazi a través de una espléndida Scarlett Johansson que enamora a la pantalla. Mientras Jojo recibe las burlas de sus compañeros, pronto descubrirá que el peligro acecha nada más y nada menos que en su hogar.
Waititi ha logrado una sátira perfecta, llena de nazis ridiculizados, inocencia y mucha imaginación. Ha logrado hacernos reír a carcajadas y también que soltemos alguna que otra lágrima por ciertos momentos llenos de emoción (no spoilers, tranquilos). Además, su papel interpretando al mismísimo Hitler logra darnos una dosis de absurdo magistral, convirtiendo al malvado líder nazi en un ser que come unicornios y es todo simpatía. Ah, la imaginación.
El protagonista está escogido a la perfección, un niño cándido lleno de ideales, rodeado de amor y repleto de sueños. Su amistad con Yorky se convierte en el lado más adorable de esta película, así como su relación maternal. Resaltar también el excelente papel de Sam Rockwell, y los guiños de este personaje a la comunidad gay. Hay denuncia en la película, hay risa y hay reflexión.
«Jojo Rabbit» se une así a otras películas amables que retratan esta época, como «El Gran Dictador» o «La Vida es Bella», mezclando absurdo con bondad. Sin lugar a duda, Waititi demuestra su habilidad como guionista, y comienza a apuntar maneras como director de referencia. Su Oscar asienta las bases de lo que parece una fructífera carrera. Vaya, que si no has ido a ver «Jojo Rabbit», ya estás tardando.
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