‘Frozen 2’: Elsa nos deja tibios sin Let it go

Si algo tiene la llegada de Disney Plus a nuestras vidas es que, además de darte un golpe de infancia directo al corazón, te da la oportunidad de ver estrenos recientes de Disney, Marvel o Star Wars, una alegría para los amantes de estas franquicias. No voy a negar que, a mis veintiocho años, lo primero que hice fue disfrutar de una maratón de Patoaventuras (versión antigua y nueva), y ha sido una de las grandes delicias desde que adquirí mi suscripción a la plataforma.
Ya que el mundo está completamente en pausa debido al coronavirus, es un buen momento para disfrutar de un libro, una película o una serie. Antes de continuar con esta crítica, hacemos un llamamiento en favor de la cultura, de continuar consumiendo productos culturales y apoyar en el futuro a la industria. Tan necesaria, tan querida y tan importante. ¿Qué habría sido de nuestra cuarentena sin cultura?
En uno de esos días en los que el aburrimiento acecha, me dispuse a ojear el catálogo de Disney Plus, revisando los nuevos éxitos animados. Y sí, Onward llegará próximamente a Cultureca, pero hoy os hablamos de Frozen 2. Y he de decir que me encantó la primera parte, pero que esta segunda… Algo falla.
Si bien Frozen irradiaba frescura, todas las canciones eran increíbles (bueno, Renos mejor que personas…) y las dos protagonistas hacían el tandem perfecto entre comedia y drama, la segunda parte no es más que caer de nuevo en el cliché de que, si un formato funciona, explotémoslo. Si bien Let it go nos dejó claros que a Elsa el frío nunca le molestó, a mi me deja tibia la secuela. Indiferente, incluso algo desilusionada. ¿Dónde quedó la comedia en Ana? ¿Por qué Elsa sigue cayendo en el drama? Menos mal que Olaf está para salvarles la trama.
Me enfada especialmente la evolución de Ana, cuando era un personaje hilarante y lleno de magia. Su locura y su inocencia son una parte esencial de Frozen que queda oculta bajo una obsesiva preocupación por su hermana. Elsa se sume en una espiral de autosuficiencia/drama queen que no me acaba de convencer y Kristoff…vale que es el novio de Ana, pero su línea argumental es insulsa. Seguro que Samantha era el personaje con más potencial, pero no conocemos a ninguna Samantha.
El fenómeno que generó Frozen fue una auténtica bomba nunca antes vista. Entiendo que era una oportunidad, pero el final de la película original daba un cierre redondo a la premisa que defendía. Ya no hay tanta magia, tanta novedad, ni siquiera la canción más potente resulta digna de recordar. Frozen era perfecta y su secuela es olvidable. Pero, en serio, menos mal que tenemos a Olaf.
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