‘Dead to me’ (T2): Applegate y Cardellini se convierten en el tándem perfecto de la comedia negra

Un año más, Netflix se une a la carrera por los Emmy, uno de los premios más importantes de la pequeña pantalla en Estados Unidos junto a los Globos de Oro. Con este escopetazo de salida, comienza la lluvia de críticas, las especulaciones sobre posiciones ganadores y, por qué no, descubrir ficciones que te han podido pasar desapercibidas y darles una oportunidad. Una de las categorías más reñidas este año es, sin duda, la de comedia, que cuenta con la Maravillosa Mrs Maisel, la recién finalizada The Good Place o la exitosa El Método Kominsky. A esta lista también se une ‘Dead to me‘, la ficción protagonizada por Christina Applegate y Linda Cardellini, que ha estrenado recientemente en Netflix su segunda temporada.

Tras una grata primera temporada, Dead to me ha conseguido superarse con creces a medida que avanza su segunda parte. La esencia de la ficción continúa intacta: el sentimiento de culpa tras el asesinato, la extraña amistad forjada entre Jen y Judy (ahora cómplices de un crimen) y la hilarantes situaciones por encubrir sus pasos. Ahora, exploramos cómo la bola se va haciendo más grande, poniendo entre las cuerdas a ambas, investigadas atentamente por la policía. Y bueno, ¿qué harías si tienes un cadáver escondido en el congelador del trastero? Ser sutiles y nada sospechosas no parece ser su fuerte. Sí, travesía por la Deep Web incluida. Sin modo incógnito siquiera. Unas genios.

Sumergidas en un bucle de encubrimiento de pruebas, a medida que avanza la ficción, no puedo evitar acordarme de Cary Grant y  sus intentos desesperados en Arsénico por compasión de ocultar lo que ocurre en la casa de su infancia. Si Jen y Judy no se autoboicotean, ya están los hijos de Jen, su suegra o los contactos de Judy para seguir complicando la trama. Y cuando la situación está más tensa tras la desaparición de Steve, su hermano gemelo aparece en la puerta. De esta forma, recordamos constantemente el crimen, dejando claro que cada acto tiene su consecuencia, lo hayas meditado atentamente o no.

Y mientras siguen intentando ocultar pruebas, exploramos el trauma psicológico y el dolor que se ha asentado en la vida de ambas. Judy (Cardellini), una mujer mística y desvivida por los demás, que ahora enfrenta la muerte de Steve, así como la culpa de su anterior crimen. Jen, ácida y arisca, que ahora se pone en la piel de Judy, sabiendo perfectamente el momento en el que se desató todo en su vida. No solo vive ahora con el dolor (y el rencor) de la pérdida de su marido, sino que ahora tiene las manchas llenas de sangre. ¿Cómo pueden continuar con sus vidas haciendo como que no ha pasado nada? Intentando superarlo día a día. Por ello, la serie se detiene a explorar el sentimiento de culpa e incluso el amor. ¿Es capaz de amar y ser feliz una persona que ha cometido un crimen terrible? ¿Existen las segundas oportunidades?

Liz Feldman ha conseguido que su serie se supere a sí misma, vinculándonos especialmente con el tandem formado por Jen y Judy. Christina Applegate está especialmente brillante en su interpretación como Jen Harding, con su acidez y sus comentarios mordaces, arrancándonos carcajadas con cada golpe. Si bien los dos primeros episodios siguen manteniendo el espíritu de la primera temporada, a partir del tercer capítulo la evolución es al alza. El cliffhanger se convierte en un aliado de Feldman para la evolución de la trama, dando pequeños giros y culminando con un ciclo en su final de temporada. Y esta historia tendrá su final con una última temporada, una tercera que ya ha confirmado Netflix. Aún queda mucho por ver de Judy y Jen.