‘Les doy un año’, lo que pudo ser y se quedó por el camino

Viniendo de los productores de ‘Nothing Hill’, ‘Love Actually’ o la querida ‘Bridget Jones’, esperabamos algo más de ‘Les doy un año’, la película con la que Dan Mazer intenta ir más allá en el universo de las historias de amor y desamor donde algo sale mal, y no solo hablamos de la relación de pareja de sus protagonistas.
‘Les doy un año’ aparentaba ser una película diferente, sin finales felices y llena de divertidas escenas en las que veríamos el proceso inverso al que nos tienen acostumbrados en el cine: desde que se enamoran hasta que inevitablemente rompen.
Y precisamente este es su gran problema, el espectador no tardará en darse cuenta por los derroteros en los que sus protagonistas van, perdiendo la chispa y la gracia con la que comienza, siendo todo muy predecible.
Nos encontramos con Nat (Rose Byrne) y Josh (Rafe Spall), una pareja que se encuentra en el letargo de esos primeros meses de relación donde todo parece ser fantástico y maravilloso. En un momento de amor desmedido deciden dar el gran paso hacia el “sí quiero” y ese precisamente será el punto de partida para todos los problemas que se les vendrá encima.
Dan Mazer, el director, intenta con esto romper los moldes de lo que hasta entonces conocíamos como película romántica, pero no contento sólo con esto intenta juntar, sin mucho éxito, a Anna Faris (la simpática conejita del campus) y Simon Baker (el apuesto mentalista). Sin hablar de que los personajes principales que no terminan de cuajar juntos, aunque teniendo en cuenta que lo que mueve el tiempo filmográfico es precisamente que la pareja no termina de congeniar no es del todo mal acertada la elección.
El que sí parece tener sus momentos brillantes es el actor secundario Stephen Merchant, que consigue por momentos que el espectador se desespere con sus comentarios inoportunos pero a la vez aporta los momentos realmente divertidos.
Se podría esperar mucho más de ‘Les doy un año’ por su director como de la propuesta en sí, pero su gran enemigo acaba siendo esa ambiguedad entre el drama y la comedia, al ir dando bandazos de un lado para otro sin acabar de saber si se trata de una cosa o de lo otra y salvando las distancias a las grandes comedias dramáticas.
Categorías