‘Emma’: celestina para otros, ciega para el amor

En pleno éxito de ‘Los Bridgerton’, que están levantando pasiones allá por donde van, las historias de época de la vieja Inglaterra parecen volver a estar de moda. Y alejándonos de la ficción de Shonda Rhimes, que sigue dando con la clave del éxito en todos sus proyectos televisivos, hoy analizamos la última adaptación a la gran pantalla del clásico de Jane Austen, ‘Emma’.

Sin dudas, 2020 ha sido el año de Anya Taylor-Joy. La protagonista de ‘Gambito de Dama’ también se dejaba ver en los cines como la excepcional Emma Woodhouse, una de las grandes mujeres de Austen. Emma es un jovencita hermosa, acaudalada e inteligente, cuya última diversión es emparejar y opinar sobre los amoríos del monótono pueblecito en el que reside. El éxito de uno de sus idilios la llevarán a entrometerse en otras relaciones, lo que la llevará a la infelicidad de numerosos personajes, incluso la suya propia.
Autumn de Wilde consigue establecer un ambiente delicado y refinado que acompaña a los silencios. El escenario se come la pantalla, transportándonos a otra época, a otra forma de entender el mundo lleno de color. Anya Taylor-Joy sobresale estupendamente en su papel, mostrándonos con elegancia a una Emma entrometida, prejuiciosa y niña, que va madurando poco a poco. Igualmente, las apariciones de Bill Nighy son hilarantes y son perfectas para aflojar la tensión de las conversaciones más profundas.
La moraleja de esta historia es sencilla: no te fíes de las apariencias. Wilde consigue transmitir la esencia de la obra de Austen, la ridiculez de la diferencia de estratos sociales y la ridiculez de las habladurías. Una caricatura maravillosa que consigue sumergirnos en los embrollos de un pequeño pueblecito inglés y su actividad social.
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