‘La casa de Gucci’, lujo y mediocridad de una familia sinónimo de riqueza

Alrededor de ella hay mucha polémica. Los herederos de la familia no quedaron muy conformes con la imagen mostrada, y anunciaron tomar medidas legales. Y una vez pasada la resaca de los Oscar, los grandes premios de la industria, sin haber conseguido ni una nominación en alguna de las grandes categorías, solo puedo decir: En el nombre del padre, del hijo y de la casa Gucci, no entiendo la forma de pasar de largo de una de las grandes películas del año.
La película narra la historia de Patrizia Reggiani (Lady Gaga) y como supo meterse de lleno en la familia Gucci tras conquistar el corazón de Maurizio Gucci (Adam Driver), así como su posterior declive por ambiciones de grandeza. La película está repleta de actores corales que no hacen más que redondear la perfección de la película dirigida por Ridley Scott. Un magnífico Al Pacino, un irreconocible Jared Leto o una divertidísima Salma Hayek, entre otros.
Scott sabe bien lo que hace y presenta un drama donde tiene cabida la tensión, momentos dulces mezclados con grandilocuencia y la dosis justa de humor para meter al espectador en una espiral de lujo y mediocridad a partes iguales que terminan de completar las grandes actuaciones de Gaga y Driver. Porque no se puede obviar que ambos se comen la pantalla cada vez que salen a escena, aunque la gran protagonista sea realmente ella. Es divertida, ambiciosa, despiadada y delirante. Todo lo que el poder puede corromper una mente, está representado a la perfección por Gaga. Despierta pasiones a la vez que odios. No fueron pocas las críticas que tuvo por su papel en ‘Ha nacido una estrella’, como tampoco le han faltado detractores en esta película, pero si algo ha demostrado Stefani Joanne Angelina Germanotta es que no hay palo que se le dé mal, y que lejos de derrumbarse antes las críticas negativas, ella sigue de pie para demostrarle al mundo que es una artista con muchas tablas y que poco importa si es bajo los focos de un escenario o las luces de un set de rodaje, tiene ansias de cámara y se desenvuelve a las mil maravillas en todas sus vertientes.
Pero el resto de actores no se ven ensombrecidos. Al Pacino siempre correcto y afable en todas sus facetas, no importa que su personaje sea más desagradable. El espectador pronto encontrará un nexo de unión con él para verlo entrañable. Y Driver. No sé qué más se puede decir de Adam Driver a estas alturas del cuento. Desde su gran debut en ‘Girls’, -sí, hizo otras cosas antes- su carrera ha ido en ascenso a pasos agigantados. Hace suyo cada proyecto en el que participa, como si se hubiera formado toda su vida sola y exclusivamente para ese papel. Se lo estudia, lo interioriza y luego lo vomita en pantalla, para que el espectador pueda ver todas sus entrañas.

Parafraseando una de las frases de la película, “Gucci es como el pastel, pruebas un poco y siempre quieres más”. No importa que el largometraje de Scott sea largo, que lo es, cuando llega la parte final no puedes dejar de pensar que esto no puede ser todo. Se necesita conocer más caras de las aristas de los personajes.
Reconozco que no me había interesado mucho anteriormente con esta película. Poco sabía más allá de quienes iban a ser la pareja protagonista. Y no tengo especial predilección tampoco por Jared Leto, por eso mi sorpresa fue mayor cuando leí en los créditos finales su nombre. No fue hasta ese momento que estalló la burbuja y lo ubiqué: ¡¡el excéntrico Paolo!! Sinceramente, me parece un total acierto como se mete en el papel hasta el punto de hacer desaparecer su esencia.
Y por último, destacar esa gran banda sonora. Todo sucede a ritmo de pop italiano, de grandes clásicos como Blondie, George Michael, David Bowie, Tracy Chapman o Donna Summer, entre muchísimos otros, que no hacen más que ponerle la guinda a un pastel, que en el momento que probamos, queremos seguir comiendo.
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