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Lo que el día debe a la noche, otra perla del cine francés

Esta película es una verdadera joya de la cinematografía francesa. Aún me asombro de la suerte que he tenido de toparme con una película que me ha removido tanto por dentro. 

Sin pensarlo, sin a penas darme cuenta le di al play y me sumergí en la historia de Younes, un joven beréber argelino que sufre junto a su familia el abuso de los más poderosos. Esa primera piedra en el camino lo llevará del campo a la ciudad, Orán, donde su tío le brindará un futuro más prometedor que el que le ofrecía su padre. Un padre incapaz de mirar al progreso, y que tras verse obligado a entregar a su hijo al cuidado de su hermano no es capaz de superarlo.

Junto a sus tíos Younes conocerá la Argelia más afrancesada y se relacionará con los hijos de los franceses asentados en esas tierras. Su tía Madeleine, francesa nacida en Argel, es católica mientras que su tío en musulmán. Esta convivencia entre ambas religiones le darán al protagonista una visión neutral, aunque siempre sentirá repulsa por el abuso de los franceses sobre el pueblo argelino.

Lo que marcará la historia de este joven es conocer a Emiliè, una niña a la que su tía le daba clases de piano y de la que se enamoró. Tras unos disturbios la familia de Younes se ve obligada a abandonar Orán y asentarse en Río Salado. Tras unos años, donde su carrera se ha orientado a la farmacia, vuelve a reencontrarse con su gran amor, sin embargo una promesa marcara su vida y la de la joven de la que siempre ha estado enamorado. Mientras Argelia comienza a despertar y con ella llegarán los cambios.

Con unos bellos escenarios, una historia muy bien hilada, y unos saltos temporales coherentes esta película se presenta como la adaptación del libro homónimo, Lo que el día debe a la noche, escrito por Yasmina Khadra. El escritor sabe retratar, en el grupo de amigos, cada una de las personalidades e ideologías de la época. Desde el periodista ávido de cambios, al tradicionalista y contrario a la revolución.

Cabe destacar la actuación de Fu’ad Aït Aattou, que interpreta a Younes durante su etapa de adulto. Sus ojos azules expresivos e hipnotizantes van acompañados de una sonrisa que sin duda engulle al espectador en su cabeza. A pesar de que no demuestre el dolor con lágrimas, cabe fijarse en su rostro durante los momentos más tensos del film para darse cuenta de que Fu’ad Aït Aattou, desde su sobriedad, sabe traspasar la pantalla.

Una historia poco común, y que sin ser exagerada, cumple su misión de enseñar una realidad que pude ser desconocida para muchos y que culmina con la frase: “Quien deje pasar de largo la más bella historia de su vida no tendrá otra edad que la de sus pesares y no habrá suspiro en el mundo capaz de mecerle el alma…”

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